Tema
V: Técnicas de soplo y respiración.
Una vez que se va consiguiendo un poco de sonido,
que no música aún, ya deberemos de comenzar a calibrar el nivel de nuestro
soplo porque en el bansuri no hay agujeros traseros ni, menos, llaves de ayuda
para ejecutar los agudos y estos se logran a base de modular el soplo.
Hacer aquí un inciso para puntualizar que las
flautas y casi todos los instrumentos de viento, aunque suelen estar afinados
de fábrica ésta suele ser una afinación perfecta, pero relativa, ya que depende
del intérprete conseguir con su soplo acercarse al máximo a la nota adecuada.
En las notas graves sentiremos como la flauta
vibra tenuemente entre nuestros dedos. Esto no es nada malo sino natural y nos
sirve de ayuda y referencia para ir interpretando las primeras notas.
Básicamente para las notas medias y bajas el
soplo debe ser tenue y continuado buscando el interior de la boquilla con él se
consigue la rotundidad de las notas más graves. Suele ser más fácil de
conseguir y es lo que da la primera satisfacción cuando se consigue el sonido
misterioso del bansuri.
Para las notas agudas no hay que caer en el error
de soplar con más fuerza pues, si bien es cierto que hay que dar un poco más de
intensidad al soplo, el modo de conseguirlas es estirando un poco más los
labios y soplando ligeramente hacia afuera de manera que el aire haga abanico
sobre el bisel exterior de la boquilla.
Una vez que se va consiguiendo y a base de
práctica y repetición de melodías se conseguirá pasar de graves a agudos o
viceversa con toda naturalidad y sin ningún problema. Aunque ésta es una de las
cuestiones que más abandonos provoca en el aprendizaje del bansuri, ya que a
veces de verdad es desesperante el verse atascado en este punto.
Tremenda
importancia tiene el control de la respiración cuando se trata de tocar
cualquier instrumento de viento y en especial el bansuri; debe de ser este
total y a la hora de interpretar llegar al extremo de tener la sensación de
respiramos normalmente. Un mal control de la respiración puede provocar asfixia
o mareos. Para evitar esta inconveniencia dosificaremos el tiempo de práctica
haciendo pequeños intervalos de descanso en los que se consiga que nuestra
respiración se estabilice. Paulatinamente se irán espaciando y posteriormente
se retirarán, pero es aconsejable descansar de vez en cuando si se practica
durante un periodo extenso de tiempo.
El
quid está en llegar a un buen control del diafragma, lengua y dedos a la vez. Conseguir
este control no es fácil para todas las personas porque hay que tener
predisposición para ello, pero la práctica y la memoria nos ayudarán si no la
tenemos.
La música no sólo se compone de sonidos sino
también de silencios. Estos silencios son los que separan las frases musicales
que integran una melodía. Debemos empezar a reconocer y ubicar estos silencios
tanto como las notas, porque son ellos los que nos van a dar el tiempo para
tomar aire e interpretar otra frase. Tened en cuenta que una nota se puede
cambiar, omitir o doblar sin que se altere grandemente la melodía, o sin que
oídos muy avezados lo perciban. Pero si falláis en la toma de aire es muy
posible que os asfixiéis y tengáis que detener la interpretación lo cual puede
llegar a ser muchísimo más grave.
Los buenos intérpretes de instrumentos de viento
como saxofón, flauta o bansuri consiguen llegar a lo que se da en llamar
respiración circular en la que son maestros los aborígenes australianos que
tocan el didgeridoo.
Las notas tienen diferente duración y esta
duración es lo que hace que una melodía sea lenta y pausada o ligera y festiva.
Cuando es pausada las notas se hacen con los
dedos y casi sin usar la lengua, mas cuando se trata de melodías ligeras esta
no deja de moverse para hacer que el aire salga a veces como pequeños disparos
repetidos que al unirse a la ligereza de los dedos diferenciando notas hacen
que la melodía sea más rápida.
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